lunes, 6 de diciembre de 2010

Historia de la Cosmovisión Científica

Continuación...

"La naturaleza no es como un mecanismo de relojería. Un reloj sin terminar no funciona" John David Barrow

Thales de Mileto al preguntarse ¿De qué están hechas las cosas, los OBJETOS?, comete un error (totalmente comprensible para la época). Comienza desde la premisa de que las características de las cosas, de los OBJETOS, se sostienen en su substancia, se debe a que están hechas de algo, algo material, que les da una serie de características, dejando totalmente de lado el papel del Observador. Ésta es una pregunta delicada y que parte de un supuesto, como veremos, errado.

Como escribí en "Paradigmas y Cosmovisiones" Thales de Mileto es considerado por la historia como el primer Filósofo, formaba parte de la primera Escuela filosófica, que hoy conocemos como la "Escuela de Mileto", en esta Escuela se planteaba que las cosas estaban hechas de AGUA, según Thales, de AIRE, según Anaxímenes y de APEIRON (algo indefinido), según Anaxímandro.

Luego surge otra Escuela, la "Escuela Eleática" (cuyos máximos exponentes serían Parménides y Zenón) que difiere de la idea materialista de la Escuela Milesia al plantear que las cosas no estarían hechas ni de agua ni de aire ni de apeiron, sino que de algo inmaterial e imperceptible, una “cosa” abstracta, infinita en el tiempo y en el espació, un SER que según Parménides sería Único, Eterno, Esférico, Indiferenciado, Inmutable y Perfecto.

Con Parménides, además, se funda el primer principio de la Lógica con el axioma “El SER es y el NO SER, no es”. Este principio se conoce como el "Principio de identidad" y si bien es de enorme influencia e importancia en la construcción de la Lógica como “ciencia del pensamiento correcto”, no resulta de mucha ayuda si de comprender los cambios que se observan cotidianamente se trata.

Con la escuela Eleática nace también un problema gigantesco, el Principio de Identidad resultó incuestionable, resulta incuestionable hasta el día de hoy y se considera el pilar de la Lógica, sin embargo si el SER es Único, Eterno, Esférico, Indiferenciado, Inmutable y Perfecto, ¿Cómo explicamos entonces todos los cambios que constantemente evidenciamos y observamos en el Universo?. Surgió entonces la necesidad de salvar esa distancia entre el SER, planteado por Parménides, y las cosas, que a la luz de lo que observamos cotidianamente, están cambiando constantemente.

El SER de Parménides resulta lógicamente tan incuestionable como resulta “experiencialmente” incuestionable el hecho de que las cosas cambian constantemente. De alguna manera se dividió el Universo (como está dividido ahora gracias a estos “errores”) entre el SER y las cosas, entre la lógica y la experiencia, entre el pensamiento y la observación.

Este problema fue “resuelto”, según expongo, retornando al fundamento materialista de la Escuela Milesia.

Demócrito y Leucipo fundan la "Escuela atomista" planteando que todas las cosas del Universo están hechas substancialmente de partículas indivisibles (de ahí su nombre, átomos). Si uno analiza los planteamientos de esta Escuela puede observar que, para resolver el transito del SER a las cosas, lo que hace es unir las ideas de la Escuela Milesia con las ideas de la Escuela Eleática. Por un lado plantea que los átomos serian partículas materiales, no cosas abstractas, pero le da a dichos átomos algunas características que Parménides le atribuía al SER.

Los átomos, ya que son indivisibles, resultan ser entonces eternos e inmutables (curiosamente, la Física moderna se los figura, además, esféricos) como el SER de Parménides, pero se diferencian del SER Parmenídeo en que el SER es único mientras los átomos son múltiples y en que el SER es Indiferenciado mientras los átomos se diferenciarían unos de otros por su forma y tamaño. De esta manera, como decía, tenemos un “hibrido” surgido de la unión entre las ideas de los Milesios y las ideas de los Eleáticos, así se “resuelve” el conflicto entre la razón (el principio Lógico de Parménides –del SER-) y la observación de un mundo en constante cambio.

Ahora, ¿Por qué se resuelve?, en realidad la idea de la Escuela Atomista no resuelve el problema, sino que lo traslada, lo sumerge en la materia más profunda que serían estos supuesto átomos. El SER inmutable y eterno de Parménides es un “ente abstracto” del que surgen de alguna manera los “entes reales” mientras que los átomos de Demócrito por el contrario, se supone que son cosas tangibles, materiales son de hecho LAS únicas cosas realmente tangibles y materiales, son los elementos básicos en los cuales se sostienen la materialidad, la existencia y las cualidades de todas las cosas, son LOS elementos básicos de los cuales están hechas todas las cosas.

Por ejemplo, si nos sumergimos en la estructura de un ser humano, la ciencia nos dice que nuestro cuerpo está hecho de células, que las células están hechas de moléculas, que las moléculas están hechas de átomos, que los átomos están hechos de protones, neutrones, electrones y un sinfín de otras partículas sub-atómicas y que estas partículas sub-atómicas, en realidad, ¡no existen! (?). Eso es equivalente a decir que una casa está hecha de paredes, que las paredes están hechas de ladrillos y que los ladrillos, no existen.

Dentro de esta cosmovisión entonces, todos los cambios y fenómenos naturales que observamos cotidianamente, se producen por el movimiento, unión y choque de estas indivisibles partículas pero, en rigor, no hay nada que esté cambiando porque estas partículas no cambian, no se destruyen, son eternas, sólo se mueven. Con eso se lograba conciliar la razón y la observación. Por tanto, si estas hipotéticas partículas indivisibles no existieran (de hecho no existen), toda la cosmovisión que utilizamos para describir el Universo, se derrumba.

A partir de este momento, hemos entendido el Universo tal como lo planteaba la escuela Atomista y la ciencia lo ha tomado tal cual sin ninguna variación de fondo, todo lo contrario, como ya decía, los conceptos, el lenguaje y las descripciones que la ciencia hace del Universo, tratan de ser coincidentes con la idea materialista de los atomistas y todo el lenguaje que utilizamos para describir el Universo, es un lenguaje creado dentro del paradigma, es un lenguaje que sostiene y valida el Paradigma, por ello también es tan difícil, cambiarlo pues esta cosmovisión, por errada e incoherente que sea, lleva miles de años asentándose en nuestra mente, en nuestro lenguaje, en nuestra forma de pensar y, en definitiva, en nuestra cultura.

viernes, 26 de noviembre de 2010

El problema de la realidad

Antes de leer ve este video aqui

El supuesto más importante de nuestro actual Paradigma es que no hay dioses influyendo en la realidad Física, justamente eso es lo que permitió que nos desligáramos de una cosmovisión mítica del Universo. Toda influencia todo efecto en la naturaleza proviene de causas propias también de la naturaleza.

Se supone que la realidad (el mundo Físico) no puede ser afectada por la irrealidad (el mundo Metafísico). Ahora, ¿cual es el criterio para establecer la diferencia entre lo real y lo irreal?

Si hacemos la siguiente pregunta veremos claramente la diferencia entre lo que consideramos real y lo que consideramos irreal:

“¿De qué están hechas las imágenes de nuestros sueños?”

Ésta es una pregunta total y absolutamente inútil e inválida dentro del paradigma Lógico, Científico-Físico y cultural actual ya que, dentro de él, nuestros sueños no son reales, pertenecen a un mundo irreal porque no están hechos de materia ni de átomos ni de energía. Si, hipotéticamente hablando, pudiéramos sacar un objeto de nuestros sueños, por ejemplo un automóvil, e intentáramos poner en colisión este automóvil onírico con un automóvil real, nadie esperaría que se produzca efectivamente un choque y vuelen pedazos del automóvil onírico con otros pedazos del automóvil real, por el aire.

Por la misma razón las cosas reales entonces, las cosas que existen en el Universo, deben estar necesariamente hechas de algo, eso es lo que les da existencia, eso es lo que determina todas sus características, su forma, su peso, su color, etc. De lo contrario las cosas no serían reales y, si invertimos este “experimento virtual” y en lugar de sacar un automóvil onírico para ponerlo acá, en la realidad, sacamos desde la realidad un automóvil real y lo ponemos en nuestros sueños, tampoco podría chocar con un automóvil onírico, por los mismos argumentos expuestos anteriormente.

De la misma forma en que dentro de nuestro paradigma Lógico, Científico-Físico, no cabe la intervención de algún o algunos dioses en los fenómenos naturales, tampoco cabe la intervención de nosotros (los seres humanos) con nuestros sueños o nuestras ideas o nuestras intenciones o nuestra mera observación. Evidentemente si resulta lógico y aceptable, dentro del paradigma, nuestra intervención cuando lo hacemos a través de nuestra fuerza física, motora o nuestros aparatos tecnológicos, pero insisto, en ningún caso debiéramos poder intervenir en la materia a través de nuestros sueños o nuestros pensamientos, porque nuestros pensamientos no son reales vale decir, no están hechos de materia.

Para que las cosas, cualquier cosa, cualquier ente, interactúe con otras cosas, con otros entes, deben tener algo en común que permita dicha interacción. Dentro de la cosmovisión que comienza a surgir con la filosofía, dentro de la cosmovisión que comienza a construirse con la filosofía, lo que tienen en común por ejemplo, un ser humano y una piedra y gracias a lo cual es posible que una actúe sobre la otra y viceversa es que ambas están hechas de algo material. Para Thales ambas estarían hechas, en último caso, de Agua y esa Agua sería la sustancia última sobre la cual se construye la estructura de todas las cosas, de todos los entes.

Dentro del primer paradigma (mítico) no existía un criterio claro desde el cual se pudiera distinguir lo real de lo irreal, incluso me atrevería a decir que tal discurso, tal forma de hablar, no era ni tan siquiera posible ya que todo eran dioses o estaba controlado por dioses, hecho por los dioses y por lo tanto todo interactuaba con todo. Los dioses e incluso los muertos podían hablarnos y darnos señales en nuestros sueños y también cuando estábamos despiertos.

Recién dentro del segundo paradigma (materialista), en dónde las cosas están hechas de algo (lo que sea), comienza a desarrollarse una forma de hablar en la cual estas distinciones entre lo real y lo irreal resultan posibles. El criterio fundamental que se utiliza para distinguir lo real de lo irreal dentro de la cosmovisión materialista imperante, está ligado precisamente con la materialidad. Este criterio materialista se ha sentado incluso como fundamento de racionalidad, como ya dije, si pensara que las imágenes de mis sueños pueden influir directamente en la realidad de mi vigilia, evidentemente se diría de mí que estoy hablando estupideces, se me llevaría a un siquiátrico o se me canonizaría (dependiendo del discurso que invoque y de los intereses que provoque).



Esto, que puede parecer sumamente trivial (dado los miles de años de costumbre mental), encierra una importancia radical en la cual un cambio de visión respecto a estos criterios involucra un cambio total en nuestra forma de ver y explicarnos el Universo y puede ser un interesante punto de partida (no fue éste el mío) para una reflexión que, de seguro, puede llevarnos a comprender la invalidez de todos nuestros criterios materialistas, deterministas, científicos. Muy pocas veces se ha cuestionado la idea de que las cosas deben estar hechas de algo sino todo lo contrario, esa pregunta se ha transformado en la pregunta ontológica por excelencia y ha sido validada durante milenios. En toda la experiencia científica se ha dado por descontado que todas las cosas deben estar hechas de algo. Justamente eso ha sido lo que ha impulsado la búsqueda de ese algo. Primero, desde la observación más simple, luego con microscopios ópticos y electrónicos y en la actualidad, incluso, se han construido mega aceleradores de partículas con altos costos económicos con el afán inagotable de continuar escudriñando la materia, buscando de qué está hecha, pensando que gracias a eso, podremos entender cómo funciona el Universo. El supuesto de que todas las cosas deben estar hechas de algo es tan fuerte que, el sólo hecho de plantear una interrogante al respecto, produce una “dislocación mental”, ese es el nivel de convencimiento que hemos desarrollado, curiosamente, contra toda experiencia.

Pienso que en realidad todo interactúa con todo, pienso que crear de manera artificial dos mundos (uno real y otro irreal) no tiene ningún sustento lógico ni sustento empírico, en otras palabras, todo indica que aquello que consideramos irreal afecta cotidianamente y de forma directa lo que llamamos real. Lo que explicaré más adelante (en otras publicaciones de este blog) es la forma en que se producen esas interacciones dentro del paradigma que estoy publicando paso a paso y que he llamado tercer paradigma o Teoría de la complejidad creciente.

jueves, 18 de noviembre de 2010

Paradigmas y Cosmovisiones

Si entendemos Paradigma en el sentido que Thomas Kuhn le da a este concepto en “La estructura de las revoluciones científicas”, simplemente no podremos captar la profundidad de esta nueva teoría, ya que Kuhn reduce el concepto Paradigma a las hipótesis generales que definen los problemas y métodos legítimos de un campo de la investigación, dentro del marco de la ciencia, mientras que esta teoría es más bien una Cosmovisión totalmente distinta al pensamiento científico que, por tanto, debe desarrollarse al margen de la lógica científica, con un lenguaje nuevo en el cual el dialogo potencial con otras cosmovisiones resulta muy limitado. En otras palabras, la teoría de la complejidad creciente no postula un cambio dentro del sistema (como los describe Kuhn) sino un cambio de sistema.
Lo que pudiéramos entender como revolución científica en Kuhn es un cambio en la explicación de un mismo fenómeno pero sin salirse de la cosmovisión científica, por ejemplo, el cambio que se produce al entender la Luz como corpúsculos (en Newton), luego la misma Luz como ondas (en Young) y ahora último como ondas-corpúsculos (fotones) en mecánica cuántica. Pero esos cambios no escapan a la cosmovisión científica del Universo, en el cual éste se entiende como un conjunto de cuerpos (partículas), fuerzas y energías ciegas que, en su interacción, generan todos los fenómenos que observamos. Estos cambios, que se producen dentro del marco de la cosmovisión científica, son considerados por Kuhn como una revolución científica, como un cambio de paradigma lo que estrecha la mirada en torno a lo que llamamos cambio de paradigma.

Por otro lado, si entendemos Paradigma como sinónimo de cosmovisión validada o dominante, entenderemos la magnitud de lo planteado por esta teoría, que surge entonces como un tercer paradigma. El primer paradigma o cosmovisión dominante fue mítico, el Universo, en líneas generales, se entendía creado por dios o dioses (dependiendo de cada cultura) e incluso, una vez creado todo, los fenómenos que ocurren en el Universo eran entendidos como dioses en sí mismos (el viento eran los Anemoi controlados por Eolo para los griegos) o eran provocados directamente por dioses; El segundo paradigma o cosmovisión dominante surge y se desarrolla primero, de la mano de la filosofía, para luego desprenderse de ésta entendiéndose como una rama del pensamiento independiente que llamamos Ciencia, en donde el Universo es descrito bajo la hipótesis o idea del Materialismo Atomista dentro del cual se han producido cambios o revoluciones como las descritas por Kuhn.

Conocimiento universalmente válido:

Bajo la cosmovisión mítica no era posible ni necesario, es más, ni siquiera se pensaba en la posibilidad de alcanzar un conocimiento que tenga validez universal, las descripciones y explicaciones para los fenómenos observados dependían de cada cultura, por tanto, el conocimiento era siempre local. Cuando surge la filosofía, la pretensión primera de ésta es precisamente lograr una descripción del universo y sus fenómenos, que ya no dependieran de cada cultura, sino que fuera válida para todas las personas y pueblos independientemente de sus creencias particulares y locales. Se pensó que ello era posible porque se observaba que había una cierta armonía en el universo, una cierta regularidad que permitía hacer predicciones mucho más precisas que las que se conseguían, por ejemplo, consultando al oráculo, de hecho, los primeros filósofos alcanzaron reconocimiento justamente debido a la precisión de sus predicciones (se dice que Thales predijo el eclipse del 585 A.C.).

Si creemos que el Universo no es caótico sino que está sujeto a leyes que lo rigen, que producen y que ordenan los fenómenos del Universo y, por tanto, nos permiten hacer cálculos y predicciones muy precisas, la pregunta es obvia ¿En qué se sostienen las leyes de la naturaleza entonces? ¿Gracias a qué propiedad de la naturaleza en ella se pueden observan ciertas regularidades predecibles?.
La primera tensión, desde la cual se desarrolla la filosofía, tiene que ver entonces con el aparente desorden y caos del universo en movimiento y la necesidad de un patrón fijo, de algo que, dentro de los constantes cambios, se mantenga invariable y que, por tanto, sostenga esta armonía también observada e incluso, respaldada por el éxito de las predicciones y cálculos de los primeros filósofos (y, actualmente, de innumerables cálculos científicos). El primer problema que debe sortear la filosofía es encontrar ese patrón y, obviamente, no puede recurrir a la cosmovisión mítica precisamente porque esta cosmovisión no se considera racional ni natural sino que traslada cualquier posibilidad de respuesta a un “mundo” sobrenatural, a un “mundo” que se encuentra fuera de la naturaleza misma (metafísica). Si los fenómenos que ocurren en la naturaleza no dependen de seres (dioses) que están más allá de la naturaleza (sobrenaturales) entonces debemos encontrar sostener las leyes de la naturaleza en sí misma.
Si las leyes de la naturaleza se sostienen en la misma naturaleza, debe haber algo fijo e invariable en la propia estructura de la naturaleza, sin embargo eso entrañaba un enorme problema que surge como la primera tensión entre la observación y el pensamiento que da impulso así, al desarrollo de la filosofía. ¿Cómo explicamos las regularidades y armonías del Universo, que incluso nos permiten hacer predicciones muy precisas, si no hay nada fijo e invariable en la naturaleza? Evidentemente debe haber algo fijo e invariable entonces en la estructura de la naturaleza, algo que, a simple vista, no se logra captar pero que, lógicamente debe estar ahí, pues, si todo cambia constantemente (como parece ocurrir) no podría haber ningún orden, ninguna regularidad en los fenómenos naturales y por tanto ninguna posibilidad de predecir, de calcular la ocurrencia de ningún fenómeno.
Se pensó entonces que todos los cambios eran aparentes, que lo único que realmente existía debía ser algo invariable y fijo, todo lo demás debe ser una ilusión y si antes las “explicaciones” que se daban para entender los fenómenos de la naturaleza, se trasladaban a un “mundo” sobrenatural repleto de dioses, en ese minuto, las explicaciones finales comenzaron a ser trasladadas hacia lo profundo de la estructura de la naturaleza, buscándose primero a través del pensamiento y luego a través de los experimentos, una cosa, una substancia (physis) en la cual sostener los fenómenos, el comportamiento, las leyes de la naturaleza, de ahí surge el concepto substancia, que quiere decir, lo que subyace y que además se entiende como lo verdaderamente real, lo sustantivo, los sustancial, etc..

Con estos supuestos Thales se pregunta ¿de qué están hechas las cosas?, ¿en qué sostienen su existencia las cosas? generando la pregunta ontológica por excelencia que impulsaría, como ya dije, gran parte del quehacer filosófico y de la práctica científica posteriormente.
La respuesta que Thales da es que las cosas provienen y están hechas, en último caso (substancialmente), de “Agua”. El patrón universal, la constante universal, lo único que no cambia, dentro de todos los cambios que se observan, sería entonces el Agua.

Continuara...

viernes, 22 de octubre de 2010

Crisis del paradigma científico

“Se encontraba un loco, en sus delirios, cuestionando insistentemente a su muñeco “¿por qué no quieres salir a trotar conmigo?” le decía, pero el muñeco permanecía en silencio y sin aceptar la invitación al ejercicio. Durante semanas continuó insistente el cuestionamiento, pero el muñeco nunca respondía, hasta que el loco terminó criticando y hablando mal de su muñeco con los otros locos y los otros muñecos que, celosamente, guardaba en una caja bajo su cama”



A menudo creemos que la ciencia es moderna por definición, sin embargo a lo largo de los artículos que publicaré en este blog seguiremos las huellas de nuestra civilización occidental, analizando paso a paso la forma en la que se construyó el paradigma científico moderno y veremos que, cuando uno observa como se fue formando el pensamiento racional en sus orígenes, es muy sencillo predecir todo lo que las primeras preguntas y sus consecuentes respuestas iban a producir como historia del pensamiento. Veremos que la cosmovisión mecanicista materialista (y, por tanto, determinista) de la ciencia, que se sostiene en la idea de unos “átomos” (partículas fundamentales e indivisibles) es una conclusión obvia e ineludible que surgiría como consecuencia de las preguntas y propuestas planteadas por los filósofos pre-socraticos o filósofos de la física (como prefiero llamarles) y veremos además que ese concepto es totalmente absurdo e inútil a la hora de intentar una explicación a la manera en que funciona la naturaleza, a la manera en que opera la naturaleza. Veremos que todo lo que sucede en la naturaleza nos indica que ésta no es un mecanismo ciego e inerte regido por leyes científicas deterministas y universalmente válidas y plantearé una mirada alternativa, una nueva cosmovisión que nos permita entender qué es y cómo “funciona” el Universo.
En otras palabras, podremos ver que, en la historia del pensamiento, en la historia de nuestra forma de pensar, en la visión científica que caracteriza a nuestra época, no hay ninguna sorpresa o novedad, sino únicamente son el efecto lógico, el resultado lógico de las premisas filosóficas de la antigüedad. Nuestra forma de pensar es el resultado obvio del cuestionario que surge con esta cosmovisión,  del cuestionario con el que interrogamos a la naturaleza, con esas premisas surgidas en la filosofía primitiva (en el sentido de primaria), con esa forma de interrogar a la naturaleza, el resultado no podía ser otro que nuestro actual paradigma científico materialista y determinista que, si bien nunca nos ha servido para hacer una descripción coherente del “funcionamiento” del universo, hoy más que nunca este modelo descriptivo que ocupamos para interpretar los fenómenos del Universo se encuentra en crisis y debe ser reemplazado.
En esa misma línea, veremos que en el seno de la cosmovisión científica se encuentra grabado no sólo la única línea posible de su desarrollo, sino también su decadencia y su fin pues, creyendo que el Universo es un mecanismo ciego e inerte, determinable, medible, predecible y calculable, la ciencia ha estrujado el concepto de materia y de causa-efecto hasta alcanzar las fronteras de su propia mirada, los limites de su concepción de la naturaleza que, a la vista de un científico, hoy se muestra más confusa, inexplicable, impredecible y misteriosa que nunca.
Muchísimas veces el ser humano ha creído que está a un paso de alcanzar una descripción definitiva de todo el Universo únicamente para luego ver como esa pretensión se derrumba frente a sus ojos. Tal vez la más reciente ocasión en la que se manifiesta abiertamente esa pretensión está en un famoso discurso pronunciado por un gigante de la ciencia como era Lord Kelvin en el año 1898, en el cual se aventura a decir que la Física estaba acabada, que las grandes ideas ya habían sido formuladas y que sólo faltaba resolver dos pequeños problemas; la radiación del cuerpo negro y los extraños resultados que arrojaban los experimentos de Michelson en relación al Éter. Posteriormente (a lo largo del siglo XX) y tras una serie de experimentos y observaciones, en la ciencia se han producido las más grandes revoluciones; la ley de Gravitación Universal de Newton es desplazada por la Relatividad General de Einstein; la idea de un Universo estático es reemplazada por la idea de un Universo en expansión explosiva (el Big-Bang); la Materia y la Energía se funden y resultan ser ahora dos “estados de la materia” que dependen de la energía cinética (E = m · c 2) y por último, sumergidos en el átomo, el comportamiento de la “Materia” contradice tan violentamente toda nuestra lógica y toda nuestra forma de describir el Universo, que los científicos se vieron obligados a crear una nueva ciencia (la Física Cuántica) para intentar explicar estas gigantescas contradicciones entre el “mundo clásico” y el “mundo atómico y sub-atómico”.
Quiero dejar en claro que estas aparentes contradicciones de la naturaleza no pueden ser resueltas desde la ciencia, los científicos nada tienen que hacer en este asunto porque lo que falla es justamente la ciencia. Se requiere hacer un cambio total y radical del paradigma para poder entender y hacer coincidir estas aparentes contradicciones de la naturaleza que, en realidad no son tales, sino que surgen como contradicciones y ponen en crisis nuestro modelo descriptivo debido a que el interrogatorio que estamos haciéndole a la naturaleza es errado, es inválido, absurdo e inútil, tan inválido y absurdo como el cuestionamiento que el loco le hace a su muñeco.
Metafórica o analógicamente hablando, en este caso los científicos son como los policías que implementan, utilizan o realizan algún cuestionario pauteado con el cual se interroga a un testigo (la naturaleza, en este caso), pero en ningún caso son los que han creado las preguntas que se van a formular. Las preguntas que se le van a formular al testigo son preguntas que obedecen a una tesis, a una teoría, a una creencia, a una pauta, a una cosmovisión que surgió con la filosofía, que es dada por la filosofía y es, desde la filosofía entonces, que se debe y puede cambiar la pauta sobre la que se construye el interrogatorio que se le está aplicando al testigo pues, obviamente, no es el testigo en este caso el que miente, oculta o falsea los datos, el conjunto de preguntas es el que falla y en razón del cual no nos parecen razonables ni coherentes las respuestas dadas.
Afortunadamente la historia avanza y va dejando obsoletas ciertas visiones que alguna vez consideramos irrebatibles; la tierra por ejemplo, dejó de ser plana, ya no es el centro del Universo y gira ésta en torno al Sol y no al revés; comenzamos a dudar sobre la existencia de un Dios todopoderoso que ha planificado de antemano nuestro destino y que, sin embargo, nos condenará al infierno si no seguimos “sus” mandamientos; hasta hace muy poco los continentes no se movían, hoy sabemos que alguna vez estuvieron todos juntos; alguna vez la luz era descrita como un conjunto de corpúsculos (partículas), luego el concepto de luz cambia y aparece en los textos de física definida como una onda y hoy, resulta ser descrita como una onda-partícula (¿no será para dejar a todos contentos?); los electrones aparecen y desaparecen, se comportan, al igual que la luz moderna, como ondas y luego como partículas, con la física cuántica los científicos tratan de entender y de explicarnos estos extraños fenómenos, pero la naturaleza nuevamente nos sorprende a todos y nos hace dudar sobre la rigidez y lo predecible o determinado que pensamos que podía ser el Universo microscópico, sumergiéndonos nuevamente en el más hondo misterio.
Muchos paradigmas se han roto pero esta vez los invito a cuestionar el más antiguo y arraigado de todos, el paradigma científico que, a estas alturas, se alza como una religión por tanto la resistencia a cualquier cuestionamiento será férrea y muy difícil de romper, siendo el silencio de parte de los hombres de ciencia, la primera herramienta esgrimida. Ahora, y obviamente, no está en las aspiraciones ni de este blog ni de esta persona lograr esa ruptura, entendiendo la dinámica que opera en la deconstrucción de un paradigma, sé que solamente es posible y necesario compartir un análisis crítico primero y luego plantear una cosmovisión totalmente nueva, pero los efectos de esta rueda que hecho a andar, son incalculables, impredecibles, tan impredecible como el efecto que potencialmente encierra el aleteo de una “simple” mariposa.