viernes, 21 de enero de 2011

Lenguaje Obsoleto

"La certidumbre niega la reflexión...el saber te ancla porque en tanto sabes, no reflexionas...Los científicos y los militares no reflexionan sobre su hacer porque cambia el hacer..."


Humberto Maturana


Como lo que falla es nuestro paradigma y el lenguaje se ha construido en base al paradigma, evidentemente se presentan problemas también en él.
El problema más grave de nuestro lenguaje descriptivo y razón fundamental por la cuál resulta obsoleto, es que la mayaría de los conceptos que utilizamos, la mayoría de las cualidades que predicamos en una oración como características de un Objeto cualquiera, en realidad no son cualidades de los objetos sino que son propiedades de la relación sujeto-objeto o, mejor dicho, son características que se sostienen totalmente, que dependen totalmente de nuestra forma de interactuar con los objetos, de nuestra forma de percibir los objetos, sino crees que es así entonces debe ser fácil para ti responder la pregunta, ¿cuántas patas tiene el elefante de la imagen?.


Un objeto, por ejemplo, no es rojo, en la interacción entre el rebote en el objeto de una parte del espectro lumínico y nuestro ojo, lo visualizamos rojo, pero ese color no es una cualidad del objeto observado, sino una propiedad que surge de la forma en la que lo percibimos (reflexionen sobre la validez relativa de las categorías de Aristóteles). Otros animales perciben los objetos a través de otras interacciones, la mayoría los ve en blanco y negro, otros ven un espectro lumínico mayor y otros, como el murciélago, sólo ven figuras en tres dimensiones gracias a un sistema de sonar. La dureza de un objeto tampoco es una cualidad del objeto sino que es algo propio de nuestra forma de percibirlo, es algo, como digo, propio de la relación sujeto-objeto.
Además de lo anterior, el lenguaje descriptivo tiene que enfrentar el problema de la relatividad total de los conceptos que usa. Veamos un par de ejemplos.

Dimensiones: Si observáramos a simple vista la superficie de un papel, veríamos que es una superficie de dos dimensiones (largo y ancho), pero si la observamos con un microscopio electrónico ya no veríamos dos dimensiones, veríamos que el papel es un red de fibras en 3 dimensiones e incluso podríamos ver a algún pequeñísimo Acaro moviéndose entre sus fibras, por tanto hablar de 2 o 3 dimensiones también depende del contexto dentro del cual hablemos, depende de la “profundidad” en la interacción entre el sujeto que observa y el objeto observado.

Matemáticas ¿un Lenguaje Universal?: El concepto de Unidad se sostiene en dos premisas que hacen que este concepto sea absolutamente relativo y por lo tanto inviable como base para un lenguaje universal sin antes alcanzar un consenso. Primero, descansa en nuestra capacidad de percibir y segundo, en el punto de vista que queramos utilizar para hablar de unidad. Dentro de nuestro paradigma, el criterio que hemos consensuado para hablar de unidad es un criterio estructural, material. Por ejemplo, UNA persona está hecha de millones de células, UNA célula está hecha de miles de moléculas, UNA molécula está hecha de algunos átomos, UN átomo está hecho de varias partículas y ahora sabemos que UNA partícula sub-atómica no está hecha de nada, ni siquiera podemos hablar coherentemente de su existencia. Esa es otra razón por la cual el paradigma completo colapsa y, como veremos, necesitaremos alcanzar un nuevo consenso con otros criterios para hablar lógicamente, coherentemente de UNIDAD.
No es un problema menor el hecho de que falle el lenguaje, de que los conceptos que usamos habitualmente y, sobre todo, científicamente, no sirvan como lenguaje Universal. No olvidemos que la aspiración inicial de la filosofía era la de alcanzar un conocimiento que sea valido universalmente.
La ciencia impone una descripción del universo que pretende tener validez universal sin embargo, ¿Cómo podríamos tener un conocimiento válido universalmente, si los conceptos que utilizamos para estructurar dicho conocimiento tienen una validez relativa?.
En una ocasión tuve la oportunidad de entrevistar al doctor en Física Chileno señor Jorge Zanelli miembro del "Centro de estudios científicos de Valdivia" y, casi al final de la extensa entrevista-conversación, él intentó reducir el tamaño de nuestras discrepancias a la escala del lenguaje, tarea que obviamente resulta imposible, tan imposible que, del inicial entusiasmo y buena recepción pasó al silencio más absoluto, como si no le gustara enfrentarse a la posibilidad de que su convicción cómo científico y físico, en realidad, y tal vez, no sea más que un error amplificado por el tiempo. Me tomo la libertad de interpretarlo así porque cada vez que, a cualquier físico, le hago alguna pregunta fundamental sobre ciencia, elude dar una respuesta, similar comportamiento uno puede hallar en los sacerdotes respecto a preguntas fundamentales sobre religión, cuestión que, lejos de desalentarme, refuerza mi seguridad respecto a la certeza de mis análisis y reflexiones.
En la próxima entrada me extenderé sobre este punto analizando el fenómeno cuántico conocido como “Comportamiento onda-corpúsculo”, aunque tal vez sólo en varias meses más se podrá comprender plenamente que si es posible desarrollar una descripción del Universo universalmente válida, sólo que esa descripción, no es científica.



miércoles, 5 de enero de 2011

Ciencia y Tecnología

El común de la gente asocia tecnología con ciencia hasta el punto de creer que ambas son exactamente lo mismo o, cuando mucho, se limita a diferenciar entre ciencia y tecnología creyendo que la tecnología se desarrolla siempre, a partir de un conocimiento científico pero resulta que, no sólo son dos cosas distintas, sino que incluso, a veces, la ciencia dificulta el desarrollo de nuevas tecnologías al considerar como imposible cosas que, posteriormente son tecnologías habituales.

Tal vez la principal razón por la cual cuesta ver la diferencia entre ciencia y tecnología está relacionada con el hecho de que la ciencia tiene un método de investigación que se conoce como Método científico. Este método de investigación es, desde mi punto de vista, el más importante aporte a la búsqueda del conocimiento que ha dado la ciencia (dejo aparte el error en la concepción científica del Universo que, dicho sea de paso, también es un aporte) pues con él se pone de manifiesto la relevancia indiscutible de que las hipótesis sean coherentes con la observación empírica (cuestión en dónde falla rotundamente la hipótesis básica de la ciencia). Sin embargo genera dos “externalidades negativas” (como diría un economista), la primera es que se piensa que la ciencia no puede estar nunca equivocada ya que avanza pensando en una hipótesis que pudiera explicar un fenómeno X, luego esta hipótesis es confirmada o desmentida por la experimentación y observación y luego se corrige la hipótesis en el caso de que ésta no resulte coherente con lo observado. Eso ha generado la sensación de que la ciencia es infalible y ha aportado a instalarla como un paradigma incuestionable.

La segunda externalidad negativa del método científico es justamente esta confusión entre ciencia y tecnología. Para poder comprobar ciertas hipótesis resulta imprescindible realizar ciertos experimentos que, necesariamente implican el desarrollo de ciertas tecnologías, ahora, como esas tecnologías se crean dentro del marco del método científico se confunden entonces ambas cosas.

Si reducimos el concepto “Ciencia” sólo a su método, jamás entenderemos nada de lo que estoy escribiendo en este blog pues, el método científico es sólo la manera en la que la ciencia investiga, pone a prueba sus hipótesis, sus interpretaciones de los fenómenos que ocurren en el Universo pero la ciencia es mucho más que eso, la ciencia antes que todo es una lectura interpretativa de la naturaleza, es una cosmovisión que parte de una hipótesis básica.

Si pudiéramos reducir la ciencia a su método no habría ningún problema, por ejemplo, en investigar científicamente fenómenos como el de los fantasmas, espíritus o la influencia de nuestra mente en la “realidad física” pero resulta que estos fenómenos son heréticos para la ciencia, la ciencia no cree, no puede creer, como ya vimos, en fantasmas, dioses, espíritus o la influencia de la mente sobre la materia. Lo que se puede hacer, y se hace, es aplicar método científico a estos fenómenos, pero jamás tendrán estatus de ciencia porque son incoherentes con la cosmovisión científica en sí.

La ciencia es una forma de entender, es una cosmovisión y surge de ciertas suposiciones a priori, la ciencia pretende saber y busca el conocer. La tecnología es un método práctico técnico, podríamos prescindir de la ciencia, porque es una interpretación de la realidad fenomenal, y aún podríamos gozar de todos los beneficios que nos otorga la tecnología. Podemos, por ejemplo, creer que el fuego es un dios enfurecido o un fenómeno químico, pero para los efectos de calentarnos en torno a una hoguera o cocinar nuestro alimento ello es completamente irrelevante. ¿O acaso nuestra ignorancia frente al funcionamiento interno de un computador o de un teléfono celular nos impide disfrutar de esta tecnología?.

Una técnica nunca queda obsoleta, puede dejar de usarse pero eso no significa que haya dejado se ser eficaz, simplemente es menos eficiente. Si dejamos de encender fuego haciendo fricción con dos palos y un poco de paja no es porque no se pueda seguir prendiendo fuego así, es simplemente porque contamos con técnicas igual de eficaces (cumplen el mismo objetivo) pero mucho más eficientes, como un encendedor o un fósforo. Lo que no podemos es, manteniendo una mínima lógica, tener dos visiones igualmente válidas sobre un mismo hecho. No podemos creer y sostener que la tierra es plana y redonda al mismo tiempo. Entonces, a diferencia de la tecnología una persona puede dudar sobre qué visión de los fenómenos del Universo le parece más creíble y convincente, pero a la hora de decidir sólo puede escoger una, mientras que si quiere encender una fogata puede usar fósforos, encendedor o frotar una varilla contra otra hasta conseguirlo y todos los métodos siguen siendo válidos.

Nosotros siempre hemos creído que una civilización técnicamente avanzada tiene que ser, necesariamente científica, porque creemos que una técnica es fruto de un avance científico, creemos que primero se logra una explicación científica, se entienden las leyes de la naturaleza y luego se aplica ese conocimiento para el desarrollo de una técnica. Pues bien, la historia y las evidencias se encargan de desmentir aquello pues, normalmente el ser humano hace, muchísimo antes de conocer las “leyes naturales” que puedan explicar correctamente los resultados que obtiene.

Los rayos X, por ejemplo, fueron descubiertos y aplicados mucho antes de entender qué eran y cómo funcionan realmente (por eso Roentgen los bautizó como rayos “X”). Así mismo el rayo láser es un fenómeno incomprensible aun, lo que no impide que se utilice tanto para atacar tumores y corregir defectos oculares, como para calcular distancias o leer discos compactos. Todavía no se entiende el operar de lo que llamamos fuerza de Gravedad, sin embargo y evidentemente toda técnica se ve afectada por esta fuerza. Los físicos modernos han declarado abiertamente que el funcionamiento del “mundo cuántico” les resulta incomprensible pero ello tampoco ha impedido que se continúe manipulando ese mundo y que se siga desarrollando tecnología con ese manejo. Más atrás en el tiempo, el mismísimo Henry Ford creía que el automóvil jamás alcanzaría velocidades superiores a los 30 Km/h, afortunadamente la escudería Ferrari nunca creyó en eso. El profesor Simón Newcomb demuestra matemáticamente, a fines del siglo XIX, que el vuelo de un objeto más pesado que el aire es una quimera por lo que debemos agradecer la ignorancia de los hermanos Wright (simples reparadores de bicicletas sin ningún conocimiento científico) que tal vez, si hubiesen sabido que no se podía volar, jamás habrían construido un avión.

Debemos tener en claro que la tecnología, la técnica, es tan antigua como el Homo Hábilis y su primer utensilio de piedra por la necesidad de romper una nuez, mientras que la ciencia es una cosmovisión, es una manera relativamente joven de interpretar los fenómenos de la naturaleza.

Al hombre le urge mucho más el poder hacer, que el entender lo que está haciendo, le urge mucho más aprender una técnica que comprender cómo y por qué esta técnica funciona. En definitiva, el hambre de saber, de comprender, el amor por el conocimiento que mueve al hombre científico, es muchísimo más excepcional de lo que se cree, mientras que la sensación de poder que otorga la capacidad de hacer, alcanza a satisfacer el escuálido apetito de la mayoría de los hombres. Desde ese punto de vista nos hemos autoclasificado muy mal como especie, seguimos siendo Homo Habilis con uno que otro Homos Sapiens dando vuelta por ahí.