sábado, 31 de diciembre de 2011

La Mecánica de la Ciencia

Un Problema de Gravedad




De todas las inconsistencias de la Ciencia, tal vez la más evidente y grave es, precisamente, la que tiene que ver con la fuerza de Gravedad.
De la misma exacta manera en que la enorme mayoría (tal vez la totalidad incluso) de las personas en la Edad Media creían que la tierra era plana y estaba en el centro del Universo, la mayoría de los seres humanos que actualmente habitan el planeta cree que existe una explicación científica para la fuerza de Gravedad. Pero lo cierto es que, lejos de lo que casi todo el mundo imagina, la Gravedad es uno de los pocos fenómenos en los cuales la ciencia admite abiertamente no tener explicación alguna, sólo teorías inconexas que se consideran “aproximaciones”. Escribo “aproximaciones” entre comillas, pues conditio sine qua non para hablar de aproximación es tener claridad absoluta sobre la verdadera explicación, de lo contrario podríamos incluso estar alejándonos de la verdadera explicación pues no tenemos referencia alguna sobre en donde está la certeza. 

La fuerza de gravedad es la más famosa de las leyes Físicas, sus efectos son muy sencilla y universalmente observables (basta únicamente que un árbol deje caer una manzana). Gracias a este fenómeno se sostiene todo el Universo, los movimientos de galaxias y sistemas planetarios, sin embargo no se conoce ni que la causa, ni cómo se transmite de un cuerpo a otro, ni cómo funciona internamente, no ha podido ser creada, imitada o producida en laboratorios (como se hace con el electromagnetismo y la luz, por ejemplo) y mucho menos ha podido ser interrumpida o manipulada de alguna manera. 

Cuando la ciencia habla de la fuerza de Gravedad, apenas se está limitando a constatar un fenómeno y a medirlo, sin tener la menor idea de dónde están, ni cómo actúan, ni cuales son las causas que anteceden o propician el efecto, exactamente de la misma manera que alguien puede calcular la aceleración en el movimiento de un automóvil, sin explicar qué fuerza impulsa al automóvil. El mismo Sir Isaac Newton tardó más de veinticinco años en publicar sus teorías debido a que no encontraba (y en efecto nunca encontró) una explicación científica para este fenómeno. 

La primera “aproximación” moderna sobre cómo opera la fuerza de gravedad fue dada justamente por Newton. Él planteaba que la Gravedad es una fuerza que atrae a los cuerpos del Universo, desde una simple manzana siendo jalada hacia el centro del planeta tierra gracias a la enorme masa del Globo, hasta enormes cantidades de masa concentradas en pequeños puntos en el Universo capaces de atraer la luz o incluso “tragarse” galaxias completas, los famosos hoyos negros. 

Lo que calculó con mucho éxito Newton, fue que esa fuerza de atracción es proporcional a la cantidad de materia e inversamente proporcional al cuadrado de las distancias, vale decir, mientras mayor sea la cantidad de masa que posea un cuerpo, mayor será la fuerza de gravedad (lo mismo hizo con la inercia, incluso hay científicos que hoy definen masa como una medida de la inercia) que pueda ejercer sobre otro cuerpo y, mientras mayor sea la distancia que separe a los cuerpos o a la masa agrupada en ellos, menor será la atracción gravitatoria. Sin embargo, como ya dije, este enorme científico considerado por muchos el más grande de todos los tiempos, murió sin poder explicar qué es lo que pone en acción a esta fuerza. 

Otra “aproximación” (por mencionar las más influyentes en la historia de la ciencia) es la planteada por Albert Einstein, considerado junto con Newton, un icono científico que revolucionó nuestra forma de ver el Universo y ha sido popularmente adoptado como figura símbolo de la inteligencia humana e incluso casi como una caricatura benigna del genio solitario, del loco pero brillante hombre de ciencia con un cerebro privilegiado al punto de lo sobrehumano (incluso se ha analizado su cerebro como un tesoro que guarda el secreto de una inteligencia superior). 

En una forma muy sencilla de decirlo, Einstein dio vuelta el problema de la Gravedad al postular su Teoría General de la Relatividad en la que dicha fuerza deja de ser una atracción entre masas y se entiende como una curvatura del espacio tiempo. En esta teoría las masas del Universo ya no jalan hacia su centro a las otras masas del Universo, sino que curvan el espacio en donde están situadas, de manera tal que el único movimiento posible para los objetos cercanos es una elíptica, para el caso de los planetas que orbitan el Sol, y una caída libre, para las manzanas. 

Como pueden ustedes observar, una atracción es algo muy distinto a una curvatura del espacio, mal podríamos hablar de “aproximaciones” si no hay ninguna continuidad entre el primer paso dado por Newton y el paso dado por Einstein. Lo único que tienen en común ambos conceptos es que son conceptos que se mantienen, cada uno de forma independiente y por razones distintas, dentro de las premisas materialistas, mecánicas y físicas, se mantienen dentro de la hipótesis básica de la ciencia.

El problema, para ambos casos, es que no se tiene la menor idea de que es la MASA, no se ha descubierto que partícula es responsable de que los cuerpos, todos los cuerpos del Universo, tengan esta supuesta Masa. La actual supuesta partícula responsable de la masa de las demás partículas es el teórico y famoso boson de Higgs. Esto es lo que me contestó el director del CERN, señor Luis Álvarez Gaumé, en referencia a la partícula que desesperadamente se busca para sostener la masa del Universo: "...en la versión más simple del mecanismo,hay cuatro bosones de Higgs, de los cuales se han observado tres (si no, ¿de dónde obtendrían las masas los bosones vectoriales W,Z? Falta por encontrar el cuarto, o algo que se le parezca. De hecho hay muchas teorías al respecto. Pero que algo parecido al Higgs es muy probable que aparezca es consecuencia de principio básicos de mecánica cuántica: unitariedad y localidad. Puede que estos principios básicos hasta ahora se violen, pero empezaremos a ver esas violaciones justamente cuando empecemos a ver algo que empieza a parecerse al Higgs que falta..." ( y eso que la Física, se supone, es una ciencia exacta y dura)


SONIDO

Si golpeo un tambor, provoco un movimiento en las partículas del aire, que a su vez golpean otras partículas de aire, produciendo una onda expansiva que llamamos sonido. Este efecto es similar en el agua, donde podemos ver la onda moviendo el agua si tiramos una piedra, por ejemplo. La vibración de las partículas del aire, penetran en mi oído, produciendo entonces, en mi cerebro, la percepción del sonido. Para que este fenómeno sea posible, necesitamos un medio físico, vale decir, el sonido es una onda, es una vibración que se transmite a través del aire, del agua o, como podemos sencillamente experimentar, a través de cualquier cuerpo físico. Si pongo un timbre dentro de una bomba de vidrio y posteriormente lo hago sonar, voy a poder escucharlo pero si le quito el aire a la bomba de vidrio y dejo el timbre en el vacío, no será posible que se produzca, ni menos que se transmita, la onda del sonido y por lo tanto no se podrá oír nada lo que ha sido probado muchísimas veces y puede ser repetido este experimento de forma casera por cualquiera de ustedes. 
Toda esta explicación es la que se da dentro del modelo materialista científico y no tienen nada que ver con el Tercer Paradigma que yo planteo, aclaro que los describo precisamente para dejar en evidencia las incoherencias de estas explicaciones científicas.

LUZ 

Un par de siglos atrás se suponía que la luz, al igual que el sonido, era una onda, el Sol expandía su brillo en todas direcciones igual que sucede con el ritmo de un tambor. Esta teoría científica planteó un gran problema; si la luz es una onda (al igual que el sonido), debe ser transmitida a través de algún elemento físico, por lo tanto, entre el Sol y nuestro planeta debía existir algo que sirviera a la luz como medio para llegar a iluminar nuestro planeta y todos los demás planetas y satélites naturales del sistema solar. Se supone (aún hoy) que entre nuestro planeta, el Sol, los otros planetas, nuestra Luna y todas las galaxias, estrellas, satélites naturales, cometas, etc., sólo existía un enorme espacio practicamente vació. ¿Cómo era posible entonces, que siendo la luz una onda, al igual que el sonido, pudiera transmitirse libre y velozmente por el vacío del Universo?. Siendo esto científicamente contradictorio, se pensó que debía existir entonces, una sustancia imperceptible (con lo que obviamos el conocimiento empírico) en la cual “flotaban” todos los cuerpos celestes y a través de la cual la luz se podía transmitir como onda. Esta idea, a su vez, produjo otro contrasentido; si existe dicha sustancia y nosotros “navegamos” alrededor del Sol constantemente a través de ella, ¿cómo era posible que no causara ninguna alteración en el movimiento terrestre?. 

Supongamos que el sistema solar está metido en una enorme piscina. Sabemos Científicamente que la distancia entre nuestro planeta y el Sol no varía, se mantiene en equilibrio gracias a la fuerza de gravedad que actúa entre ambas y a la fuerza centrífuga de nuestro movimiento de traslación, pero, si a la piscina supuesta la colmáramos con agua, el roce de nuestro planeta con el agua (por mencionar sólo un efecto) debe producir una disminución de nuestro movimiento de traslación, así mismo el roce con cualquier sustancia por sutil que ésta sea, debía manifestarse en el movimiento terrestre. Frente a esta paradoja, la ciencia inventó el Éter (en realidad tomó prestado el término y la idea). Todos los cuerpos celestes entonces, surcaban el Universo “flotando” en el éter. 

Pero, ¿qué era el éter?; una sustancia que reemplazaba el, hasta ahí, espacio vacío y que servía como medio para la transmisión de las ondas de la luz, pero que (convenientemente) no poseía masa (no era material) y por lo tanto no ejercía influencia alguna en el movimiento de los planetas. 

Todo hombre de ciencia sabe que la cuestión del éter sólo fue un comodín, una sustancia hecha a la medida de las necesidades científicas de la época (actualmente se inventan otros atajos para que aparentemente funcione el Modelo estándar), una “solución” momentánea, casi un chiste gallego de la “ciencia” (en este caso muy entre comillas) que en este asunto estaba más preocupada de defender sus creencias sobre cómo funciona el universo, planteando un absurdo, que de descubrir, entender y resolver finalmente el misterio que aún nos plantea la Luz. 

La “teoría” (por cortesía) del éter fue posteriormente desechada y la explicación que actualmente nos ofrece la ciencia para la transmisión de la luz, es la siguiente: La luz está compuesta por diminutas partículas llamadas fotones, los cuales no poseen masa o, actualmente, se dice que tienen masa invariante. Quiere decir esto, que la luz no se transmite, la luz viaja a través del vacío, las partículas de luz viajan desde el Sol hasta la tierra pero viajan haciendo ondulaciones igual o similar al sonido, en ambos casos puede  de hecho observarse el Efecto Doppler.


Como podemos observar, el sonido se transmite siempre a través de algo, algo material (el aire, el agua, un metal, etc.), como podemos notar, la ciencia no concibe la luz como una onda que se transmite a través del vacío, no puede aceptarlo. Los fotones no tienen masa pero existen, por pequeñas que sean estas partículas existen, son y están componiendo la Luz, siempre según la ciencia. 

La ciencia respeta la ley de causa y efecto tangible, mecánica, basada en cualquier caso en alguna fuerza, alguna sustancia o en alguna partícula. Esta cadena causa=efecto, implica una línea de acción continua, los eslabones no pueden estar separados, para la ciencia la Acción a Distancia es imposible, es una explicación no científica, precisamente porque entienden al Universo como un fenómeno mecánico. 

Un palo golpeando un tambor es algo mecánico, un grupo de partículas de aire vibrando al compás del cuero tensado y golpeado por un palo, es también un movimiento mecánico, la cadena de partículas chocando con otras partículas de aire, también es mecánico y por último, las partículas de aire que vibrando chocan con el tímpano de mi oído, es también algo mecánico. La causa es el choque del palo con el cuero del tambor, el efecto es la vibración del cuero que a su vez se transforma en causa, el efecto de esta causa es el choque del cuero con un grupo de partículas, a su vez el efecto de esta causa es la vibración de ese grupo de partículas de aire, que a su vez chocan con otras partículas de aire y que por último efecto, chocan con el tímpano de mi oído. Toda esta explicación es posible, es científica y es lógica sólo si pensamos que; tanto el palo, el tambor, las partículas de aire y mi tímpano, son algo material, tangible aprehensible, perceptible, físico. Toda esta explicación es posible, es científica y es lógica, sólo si pensamos que la ley de causa=efecto opera implacablemente siempre a través de un medio tangible. 

Volviendo a la fuerza de Gravedad, resulta que a pesar de ser ésta la energía más importante del Universo, a pesar de ser la ley más importante de la ciencia, parece desafiar justamente lo esencial para la posibilidad de la ciencia; la existencia de un sistema mecánico que la explique y la participación, por lo tanto, de elementos físicos, tangibles y corpóreos, en su acción. 

¿Qué es la fuerza de gravedad? o mejor preguntado ¿mediante qué actúa la fuerza de gravedad?, ¿es acaso una onda? y si es así, ¿qué sustancia la transmite?, ¿o es producida por partículas?. 

El hecho de que la ciencia postule la existencia de Gravitónes, para poder explicar el funcionamiento, la acción de la fuerza de gravedad, demuestra que la ciencia no puede, para seguir siendo ciencia, aceptar que la fuerza de gravedad sostenga el Universo a través del vacío, mediante nada. 

La fuerza de Gravedad tiene que ser (al igual que el sonido y la luz) un fenómeno mecánico ejercido por gravitónes para poder ser científica, de lo contrario sería algo así como aceptar que la fuerza de Gravedad es una fuerza mágica, espiritual o divina y el Universo entero se mueve gracias a la voluntad de un mago o un Dios o varios dioses o ángeles o, lo que sea, cualquier milagro menos una causa mecánica produciendo un efecto mecánico como sería científico.